Historia de vida
7 de Septiembre de 2024
Por Mariann Garcia
Termina la jornada de limpieza entre una casa y otra. Está lista para recorrer sola más de 600 kilómetros en un colectivo con destino a la Media Maratón de Buenos Aires. A pesar de llegar unas horas antes del evento, su cuerpo responde a todo el entrenamiento que ha tenido durante semanas y logra su objetivo. Ramona Estela Rivelli nuevamente se supera a sí misma y baja su marca cinco minutos (1h51m29s).
“Hoy bajé mi marca, pero en realidad mi gran podio es poder sumar kilómetros en mi vida”, expresa la menuda dama tras retirar su quinta medalla de los 21K en Buenos Aires. Su alegría va más allá de un tiempo, está feliz de haber corrido en la capital de su país en compañía de más de 20.000 personas.
Rivelli lleva su vida en Paso de los Libres, provincia de Corrientes, al ritmo de la limpieza y los entrenamientos. No tiene un apoyo económico, solo su empleo como doméstica para subsistir y pagar sus viajes. “Tengo un pote y ahí voy guardando. No es fácil salir de una provincia a otra. Dejo de estar con la familia para ir a correr, pero mis hijos saben que mamá es la loca de las carreras”, añade entre risas quien es madre de cuatro hijos y abuela de seis nietos.
El 19 de agosto participó en una media maratón entre Brasil y Argentina, una semana después estaba recorriendo la ciudad porteña. “Solo quien corre sabe lo que se siente recorrer esta ciudad y la energía que transmite. Uno va diciendo que cada kilómetro es un podio y ni hablar de estar rodeada por grandes atletas”, resalta la deportista de 51 años.
Días antes a esta carrera muchos hablaban de lo difícil que sería bajar tiempos con tantos corredores, pero ella hizo caso omiso y desde el kilómetro 15 su mente le decía que sí iba a poder. “Yo creo que nada es imposible y venía con la mentalidad de bajar mi tiempo. Para mí ya dos minutos era un gran logro, y resulta que logré restar cinco minutos”, exclama la fiel creyente de Dios. Ella asegura que él siempre corre a su lado para darle fuerza.
No es de mirar el reloj, de hecho, cree que ese instrumento es el peor enemigo de los atletas. Ramona Estela solo lucha con sus miedos y en treinta años de carrera como corredora amateur se ha ido superando poco a poco.
“Yo comencé a los 22 años como aficionada, pero se me han dado podios importantes. En el 2008 gané el maratón de Ushuaia en Tierra de Fuego con 3h24m11s, también fui primera en los 30K ciudad de Lobos, la media de ciudad de las Heras y en 2010 gané en los 21K Bosques de La Plata. A nivel internacional, en Brasil, estuve en el tercer puesto general de una media maratón con 1h30m1s. Fueron grandes etapas de mi vida”, recuerda la mujer de cejas finas que delinea sus ojos con color negro antes de competir.
Su sueño es que alguno de sus seis nietos sea atleta. “Hay uno que me dice que quiere correr como yo porque él quiere medallas”, cuenta al terminar de hidratarse. Sus manos están ocupadas, pero con una voz muy suave aprovecha el momento para bendecir a los que pasan por su lado y la saludan.
Un colectivo la espera en el terminal, debe volver a su tierra para comenzar una nueva rutina de trabajo y seguir guardando los pesos que le permitirán asistir a su próxima carrera. “Quiero poder clasificar a la media maratón de Torres, Brasil, para representar a Argentina en mi categoría. Ya el año pasado quedé subcampeona”, recuerda.
Si algo resalta en la actitud de esta argentina es su ímpetu, y aunque siempre hable con un tono bajo, su carácter lo demuestra en cada desafío que se propone, pues para ella no hay nada que la detenga.